A inicios del Siglo XXI, Estados Unidos (EE. UU.) se vendía como la potencia más grande del mundo; hoy es una nación en plena y muy visible decadencia. Este 2024, los estadounidenses ya eligieron nuevo presidente; al inicio del año, la elección parecía una moneda que se echaba entre un anciano senil racista con tendencias belicistas y otro anciano racista, un poco menos senil, acusado por decenas de crímenes. Los dos perfiles anteriores son lo mejor que puede entregar la “democracia bicéfala” gringa; sobre todo porque en la mejor democracia del mundo, únicamente hay dos opciones. A tres meses de la elección, el anciano más senil, último convencido de su deplorable condición física y mental, cedió el lugar a Kamala Harris, aparentemente más fresca y con los mismos ideales.
Harris generó una campaña de tres meses, respaldada por el Partido Demócrata (el más grande de Occidente), con una recaudación de más de mil millones de dólares (mdd). La estratosférica suma presupuestal sirvió para comprar una absurda cantidad de anuncios en Televisión, plataformas digitales, la influencia de celebridades internacionales y una campaña intensa plagada de encuestas que aparentaban resultados cerrados. La gran sorpresa fue que el Partido Republicano no sólo venció a los demócratas, sino que los aplastó.
Las redes sociales fueron un arma muy útil para la victoria de Trump, aunque con características distintas a las de la elección de 2016. En ese año se descubrió que mediante la segmentación y compra de datos a Cambridge Analytica, se analizó al electorado para radicalizar cada vez más el discurso norteamericano en las plataformas digitales. La clave de esa elección consistió en “el sesgo de confirmación”, es decir, la tendencia de la mente a buscar información que respalde los enfoques que ya tienen. Pero, sobre todo, en cómo cada elemento de radicalización del discurso, se justificaba en la realidad.
Encontramos el primer ejemplo de aplicación de esta teoría en Truth social, red social perteneciente a Donald Trump activada a principios de 2022 una vez suspendidas sus cuentas en redes como Facebook y Twitter (hoy X). Truth social es un foro exclusivamente dedicado a la conversación política derivada del republicano. No tiene datos públicos, sin embargo, según un reporte de Similarweb, se estima que Truth Social tenía aproximadamente cinco millones de usuarios activos a inicios de 2024. El éxito de Truth social, sin embargo, no radica en la cantidad de usuarios, sino en la radicalización irrestricta del discurso de la comunidad trumpista.
El juicio a Trump, el bloqueo de todas las redes y el exponencial crecimiento de todos los problemas que el republicano ostentó como fundamentales, sólo confirmaron la idea de que “Trump tenía razón” en la mente de millones de ciudadanos, sobre todo los de los estratos más pobres.
Musk fue otra pieza clave en la promoción del sesgo de confirmación. Musk, aun sin tener a Trump en su red social, incentivó el discurso trumpista, promoviendo los mensajes más radicales e incendiarios con su algoritmo, incluida la crítica más lacerante contra Biden y sus errores.
La campaña de Trump no inició desde los juicios al expresidente, sino que invirtió la mitad de dinero que Kamala; y no se desgastó siquiera en crear un slogan nuevo: el mensaje era el mismo discurso xenófobo y nacionalista de 2018, “Hacer a América Grande Otra vez” (Make America Great Again). Mientras los demócratas entregaban una campaña basada totalmente en lo idílico y subjetivo de la “libertad”, Trump ofrecía “mejoras” en la vida de los estadounidenses, aunque con propuestas bastante cuestionables.
Los estadounidenses, sobre todo los más pobres y a los que más han afectado los problemas económicos de EE. UU., no encontraban ninguna empatía con el discurso edulcorado y sobreproducido por los demócratas. En la democracia de sólo dos opciones, la oferta de los republicanos resultó más cercana a la realidad de los más pobres; pero es muy difícil que los intereses de Elon Musk y Jeff Bezos, los principales patrocinadores de Trump, coincidan con toda esa base de estadounidenses inconformes.