Nació en Yemen (1964). Es poetisa, novelista, periodista y psicóloga. Comenzó a escribir poesía desde mediados de los 80 y publicó columnas literarias en periódicos desde principios de esa misma década. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, español, francés y alemán.
Libros de poesía: Secuencia de la gran mentira, (1991); Hay un mar retornando a mí (1997); Obliteración (1999); Pronombre de la tercera persona (2001) y Ascendiendo a una sola cerilla (2003).
Cuando quería que mi cabeza golpeara un muro
yo decía: “todavía tengo cabeza”.
Cuando quería que un muro golpeara mi cabeza
decía: “todavía existe un muro frente a mí”.
Anegada entre granizos
cubierta con una capa de tormenta
sudo de miedo.
–¿No existen mariposas que lo rompan?
Divida la multitud: transeúntes y clamor,
las copas fueron bebidas, las sillas están alertas,
los poros de distancia se encogieron, la mesa colapsó.
¿Pedí yo un muro para la multitud?
¿Les pedí yo más dudas?
Tu silencio envuelve el muro.
Partiré.
Tú bloqueas mis pasos.
Contemplas: tú esparciste pájaros
desde mis horizontes
libera tus manos
con pisadas cuidadosas
camino sobre dos dolores.
Cuento: ¿cuántos días y noches
caen sobre mis hombros?
Incontables: las injurias que me causaste.
Tirito,
–¿ninguna paloma te deja un poema?
Calles cruzadas por un corazón que bate.
Eres capaz del silencio,
entonces ¿por qué las barras de la prisión
se recuestan hacia mí?
Ocurre que
nos encontramos en el mismísimo comienzo,
nada atrás,
nos alejamos de ello,
ni poema
ni árbol.
sucede
que nos encontramos,
el tiempo nos separa,
corrimos lejos... labio con labio.
Sucede que nos encontramos,
«algo» nos hace extraños,
apegados,
apartados,
por un cabello.
Durmiendo yo una vez,
un caballo logró colarse en mi sueño
y... se durmió.
Entre poema y poema
hay una temporada
de vacío memorístico,
¿quién documentará la no existencia?
Es la temporada del poeta.
Hay ojos sobre mis muros,
sobre los muros de la gente.
Hay un espejo
sobre los espejos, hay medio corazón
presumiendo lo mejor... muerto.
Estábamos al borde de la amistad
hasta que él cazó alas confeccionadas
mientras yo esculpía otras alas
que no pueden ser cazadas.
Un granizo de levedad.
Nuestras manos están puestas en las campanas de Roma.
La ciudad se levantará de inmediato.
Y se preguntará quién ha tocado las campanas.
Buscaré refugio en ti,
y me hurtaré del guardián de peligrosas elocuciones.
Yo simplemente no podría ser silenciada.
Mis musas ilustran sus cosechas
sobre las carrozas del discurso.
Ellas pintan por entero los años estériles.
Y rocían discurso sobre el custodio de la muerte.
Para comenzar un nuevo día.
Soy poeta y mi apuesta es el discurso.
Caminaré sobre los labios de las olas.
Y navegaré en la arena
durante un día radiante.
Entre los días multitudinarios
acamparé bajo la intimidad del discurso,
me alimentaré con su pan,
beberé sus sollozos.
Las iglesias duermen,
pero no las monjas, las campanas me observan.
Esconde mi mano entre las tuyas,
mi acompañante,
¿quién no conoce tu razón?