Las intensas lluvias que han caído este verano sobre el Valle de México inundaron decenas de parcelas de San Andrés Mixquic, provocando la pérdida de hasta 100 por ciento de las cosechas de verdura, fruta y flor de cempasúchil. Además, los campesinos de este pueblo de Tláhuac se sienten en la indefensión y el olvido absolutos por los gobiernos Federal y de la Ciudad de México (CDMX), a pesar de que son vecinos muy cercanos de Chalco, población con el mismo problema desde hace un mes.
“Estamos pegados a Chalco y los medios de comunicación se volcaron en la inundación de allá. Eso está bien; pero nosotros también la estamos sufriendo y nadie dice nada”, lamentó doña María, comerciante de hortalizas de San Andrés Mixquic, cuya población mayoritaria se dedica a la agricultura.
Cifras oficiales de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) de la CDMX indican que el 56 por ciento del territorio de Tláhuac se destina a los cultivos agrícolas (29 mil hectáreas) y el 58.5 por ciento es considerado “suelo de conservación” porque está poblado por bosques.
Tláhuac, al que igual que las alcaldías Xochimilco, Cuajimalpa, Tlalpan, Milpa Alta y Magdalena Contreras, tiene aún grandes territorios con alguna de las denominaciones “suelo de conservación” y “suelo de cultivo”, por lo que la Sederec alude a la CDMX como “guardiana del maíz nativo”.
El pueblo de San Andrés Mixquic está ubicado en la región sureste de la cuenca del Valle de México; es uno de los principales productores de hortalizas con Milpa Alta y Xochimilco; y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo caracteriza dentro del “sistema agrícola chinampero”.
Es el mayor productor de romeritos: 373 hectáreas dedicadas a este cultivo; y de brócoli, con 307 hectáreas; pero durante este año, sus agricultores también cultivan lechuga, acelga, cilantro, verdolaga y quelite, entre otras hortalizas.
En la tesis doctoral Agricultura campesina, cambio y permanencia: El caso de Mixquic, publicada por la Universidad Iberoamericana en 2007, se advierte que Tláhuac es la principal productora de la flor de cempasúchil y que cada año se organiza el Festival Internacional de Día de Muertos.
En 2023, 120 mil personas asistieron a este festejo; y en ese mismo año, en las seis alcaldías se vendieron cinco millones de macetas de flor de cempasúchil, generando una derrama económica de más de 100 millones de pesos (mdp), según estimaciones de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco).
El verano de 2024 resultó muy diferente al del año pasado y ahora, debido a las lluvias torrenciales, muchos terrenos ejidales perdieron sus cultivos al 100 por ciento; y los que no sufrieron pérdida total están lodosos y es imposible sembrar en ellos porque las semillas “se pudren”, revelaron a buzos varios campesinos de Mixquic.
“Todos mis terrenos se inundaron; fueron pérdidas totales. Ahorita no se puede trabajar nada y nos estamos alquilando para trabajar ajeno. Aquí andamos buscando con los compañeros que poco tienen, pues ahí nos alquilamos”, explicó César Flores Pineda, productor de hortalizas.
La pérdida total de su cultivo de brócoli fue de 20 mil pesos, agregó don César, quien con su hijo de 17 años caminaba en un paraje cercano al terreno donde perdió sus siembras y al de un ejido que se salvó de las lluvias torrenciales. En este predio, su hijo y él trabajan ahora como jornaleros.
La coordinadora electa del pueblo, Azucena Flores, declaró que debido a las inundaciones, varios de sus compañeros campesinos “están sufriendo la pérdida total de sus siembras. Hay siembras que van de 30 mil a 50 mil pesos. Es el monto que ellos invierten en sus terrenos para poder tener un ingreso para su familia”.
En Mixquic, según un recuento de la alcaldía, resultaron afectadas 670 hectáreas del Ejido, Chinamperías, Parajes, Tabla 1, El Triángulo y La Alberca; pero en pueblos cercanos como San Miguel, Santa Cruz, San Bartolomé, San Agustín, Los Reyes y Santo Domingo, el número de las familias afectadas, llega a mil 300.
Este número de damnificados incluye no sólo a los agricultores propietarios de parcelas, sino también a los jornaleros y las amas de casa que cosechan, llevan los productos agrícolas a los mercados de Tláhuac, a los pueblos de las alcaldías vecinas y a la Central de Abastos.
El problema, aseveran los vecinos de Mixquic, es que “un mal no llega sólo, sino en cadena”; y su lideresa Azucena Flores precisa que “al no haber producción, la comunidad tampoco tiene recursos para comprar los productos encarecidos”; lo que los obliga a comprar fuera del pueblo y a que el consumo disminuya.
Además, las escasas hortalizas que los “coyotes” compran a precios de hambre en Mixquic y llevan al mercado de la alcaldía local, son vendidas a precios elevados, con lo que paradójicamente resultan inalcanzables por quienes las produjeron con muchos sacrificios.
En este caso se halla la señora Dora, quien vende en el MP y es esposa de un productor de hortalizas y narró a buzos que, en los meses pasados, éste cosechó muy poco, que el cilantro cultivado salió “muy raquítico” respecto al comercializado por la Central de Abastos y que ahora quizás está vendiendo “lo que se cosecha aquí mismo”.
La coordinadora Azucena Flores –cuyo marido se dedica a la carpintería y está por cambiar de oficio porque hacía trabajos para los campesinos– denunció que, hasta ahora, el gobierno capitalino no ha ofrecido ninguna ayuda monetaria para cubrir total o parcialmente la pérdida de sus inversiones.
Reveló también que hace mucho tiempo se ha negado a evaluar el funcionamiento de los sistemas de producción y comercialización de los que se sustentan los “campesinos de pequeña escala”; a pesar de que generan y “ofertan alimentos libres de contaminantes, sanos, frescos y de temporada, y contribuyen a conservar el ambiente y la biodiversidad” de una amplia región agrícola donde aún existe una estrecha interacción entre los sistemas naturales y sociales”.
La dirigente agraria señaló que en esta área del Valle de México, según el Análisis de cuatro variables del periodo de lluvias asociadas al cultivo de maíz de temporal, publicado por la Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas, aún se producen los alimentos que satisfacen y cubren las necesidades de la población capitalina.
En pocas palabras –destacó la lideresa–, estos sistemas dan sustentabilidad a la CDMX, pero el gobierno insiste en limitar su desarrollo productivo agrícola, mercantil, social y cultural, porque no ofrece la oportunidad de mejorar sus prácticas agropecuarias y comerciales a sus habitantes.
Con respecto a sus demandas más urgentes para superar la crisis de sobrevivencia que enfrentan, agregó: “Tocamos la puerta de gobierno central y nos recibió el subsecretario Erasto Ensástiga, quien nos dijo que ahorita no es posible dar solución al problema que tenemos. Estamos pidiendo un seguro de desempleo, porque ahorita los compañeros ya perdieron sus terrenos; pero tardarán unos meses en que sus tierras vuelvan a producir y se van a tardar medio año por lo menos para volver a sembrar”.
Contó que cuando en septiembre pasado, el señor César Flores acudió a las oficinas del gobierno de la CDMX, los funcionarios públicos “se lavaron las manos y se justificaron” con el argumento de que estaban en un periodo de transición gubernamental; pero que mientras tanto revisarían su petición.
Jorge Ortega Ramírez, uno de los productores de San Andrés, responsabiliza a la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corendar) de haber roto un tubo del agua proveniente de San Juan; denuncia que esto ocasionó la inundación actual y que, a pesar de la demanda de reparación que presentaron él y sus compañeros, los funcionarios de esta oficina han puesto muchas trabas para realizarla.
A decir de los campesinos de Mixquic, ni la Corendar ni la alcaldía ni los gobiernos Federal y capitalino han resuelto este problema, del cual están plenamente conscientes porque han corroborado su existencia y las afectaciones provocadas tanto a sus parcelas agrícolas como a sus hogares.
“¿Quieren ver el espejo a fuerza? Vea cómo se sume la tierra ¿Usted cree que aquí se puede sembrar? No hay manera de que aquí pase el tractor; no se puede. Pero eso ellos no lo entienden, porque no lo viven”, reclama Antonio Pineda Pineda, quien también es productor y asegura que las autoridades ya han realizado un recorrido por las zonas afectadas.
Don Antonio menciona que los terrenos de El Triángulo, la Tabla 1, la Tabla 2, Chinamperías de los Reyes y San Agustín, se echaron a perder por las lluvias de julio y agosto. “En su momento vinieron, pero no han dado nada porque dicen que hay espacios de tierra donde no se ve el espejo de agua.
“Es cierto que ya no están inundadas, pero aun así están en condiciones improductivas. Nos mandaron a la Secretaría del Trabajo y allí nos prometieron que nos iban a ayudar; pero no se ve nada”, denunció Pineda Pineda, quien perdió entre cinco mil y seis mil metros cuadrados de cosecha.
En la misma situación se halla don Jorge, quien mostró a los reporteros de este semanario las vainas de los romeritos que sobrevivieron a la inundación, donde no hay semilla; y no tiene la posibilidad de sembrar en otro terreno o en el pequeño huerto de su casa. “¡Pura hoja!”, demanda molesto y triste, mientras sacude la ramita de romero.
Ante esta situación, los campesinos que perdieron parcial o integralmente sus cosechas, están trabajando como jornaleros en los campos “que se salvaron un poco”, después de que se gastaron el dinero conseguido con la venta de su ganado, como fue el caso de don Antonio.
“Tuve que vender unos animales que tenía para seguir alimentando a la familia. Otros compañeros alcanzaron a sacar una cosechita y de ahí se están agarrando. Pero éste es un problema que se está prolongando”, añadió el entrevistado, para quien la única opción de vida próxima consiste en emigrar a la mancha urbana en busca de trabajo.
Hasta ahora, la Secretaría del Trabajo del GCDMX sólo se ha comprometido a resolver los problemas de sobrevivencia de un grupo de 64 personas afectadas, pero los damnificados se cuentan por cientos, advirtió Azucena Flores, quien exhortó a todos los vecinos a que se unan y organicen para exigir con mejores resultados la solución a sus problemas.
“La misma comunidad se está organizando y vamos a hacer lo que tengamos que hacer. Si tenemos que marchar, vamos a marchar; si tenemos que tocar las puertas en otras dependencias, también lo vamos a hacer. No estamos cruzados de brazos; estamos tocando las puertas y vamos a hacer lo que se tenga que hacer para lograr este apoyo para los campesinos, productores y jornaleros”.
Azucena afirmó también que sus peticiones de apoyo no sólo consideran como beneficiarios a los titulares de la tierra, sino también a los que viven del campo, como los jornaleros. “Hay muchos compañeros que no son titulares, sino que se emplean y del campo sacan el único ingreso que tienen; y ahora cuando no va a haber cosecha, no tienen trabajo”.
Por ello, cuando el gobierno capitalino publicó en redes sociales un post de la III Feria Cultural y Gastronómica de la Hortaliza de San Andrés Mixquic, en el que se lee la invitación “ven a disfrutar sabores auténticos, tradición y cultura en un ambiente festivo, donde las y los productores locales compartirán lo mejor de su cosecha”, los campesinos vieron más una burla que una convocatoria al turismo para reactivar la economía.