El tabaquismo provoca ocho millones de muertes al año, lo que lo convierte en una de las principales amenazas a la salud pública a nivel mundial. De estas muertes, siete millones corresponden al consumo directo de tabaco y 1.3 millones a la exposición de no fumadores al humo ajeno, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS señaló que el consumo de tabaco resulta perjudicial en todas sus formas y no existe un nivel seguro de exposición. Además, el cigarrillo se identifica como un factor clave en la aparición de diversos problemas de salud, especialmente en casos oncológicos, siendo el cáncer de pulmón uno de los más mencionados en relación con el tabaquismo.

Según la organización Our World in Data, de la Universidad de Oxford, fumar incrementa el riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer debido a las sustancias químicas presentes en el humo del cigarro. Este mal puede afectar diversos órganos, como la vejiga, los riñones, el páncreas, el estómago, el cuello uterino, los pulmones, la boca y la garganta.

El informe también advierte sobre el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares, tuberculosis y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Tanto la OMS como Our World in Data concluyeron en que las consecuencias del consumo de tabaco son devastadoras y que la reducción de su consumo debe convertirse en una prioridad en la agenda pública.