A pesar de los avances durante el sexenio del presidente, Andrés Manuel López Obrador, persiste la dependencia del modelo neoliberal; para consolidar los avances, es crucial que la nueva administración, bajo Claudia Sheinbaum, implemente reformas que transformen la estructura económica y fortalezcan la relación con la ciudadanía. Sin cambios profundos en la producción y un compromiso real con los movimientos sociales, los logros alcanzados no serán suficientes para generar un impacto duradero en el país, afirmó el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Eduardo Peralta Villegas, en entrevista para buzos.
En el ámbito económico, Peralta insistió que, a pesar de la retórica de un cambio de modelo, los pilares fundamentales del neoliberalismo como: los tratados de libre comercio y las privatizaciones, continúan; por lo que la estructura productiva del país no ha cambiado; sin embargo, dijo, en donde sí pudo intervenir fue en la esfera de la circulación; es decir en la distribución a través de los programas sociales y aumento en el salario mínimo, buscando una mejor distribución de la riqueza.
En términos de deuda, señaló que López Obrador no incrementó el endeudamiento del país. Esto generó críticas, ya que algunos economistas consideraban que la deuda podría servir como herramienta de apalancamiento económico. A pesar de esta estrategia conservadora, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reportó que más de cinco millones de personas salieron de la pobreza, lo que representó un avance durante en el último año.
En el terreno político, López Obrador rompió con un orden establecido por décadas, donde los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) dominaron el panorama. No obstante, su administración enfrentó limitaciones en la implementación de reformas significativas, especialmente en el sector energético.
Además, el académico de la UNAM criticó la falta de atención al movimiento social. A pesar de las movilizaciones populares, el gobierno etiquetó como opositores a quienes demandaban justicia y derechos. Esta falta de apoyo debilitó la capacidad del gobierno para implementar cambios profundos.
Con respecto al rol del Ejército en la política actual, indicó que López Obrador prometió reducir su influencia, pero su estructura permanece inalterada, con un incremento en su legitimidad ante sectores que antes lo cuestionaban, lo cual plantea riesgos significativos para la justicia y la seguridad en el país.
Lo que se presenta en el horizonte político con la llegada de Claudia Sheinbaum resulta crucial para el futuro del país. Las expectativas giran en torno a su capacidad para no solo continuar, sino también profundizar las reformas que quedaron pendientes en la administración de López Obrador. La mayoría calificada que obtuvo, y que nunca estuvo al alcance de su antecesor, abre la puerta para reformas constitucionales que podrían transformar la estructura del Estado.
La discusión sobre el manejo del movimiento social aparece como un punto central. La relación entre el gobierno y la ciudadanía necesita una revalorización. La historia reciente muestra que, si el movimiento social se limita a apoyar ciegamente al gobierno en turno, se corre el riesgo de perder autonomía y capacidad de crítica.
Insistió en que la lucha social no debe ser meramente un respaldo; debe ser una fuerza activa que proponga y cuestione. “La historia de América Latina ofrece lecciones sobre la fragilidad de los cambios logrados sin un respaldo popular sólido”, manifestó.
Finalmente, consideró que, en el ámbito económico, la estructura del país enfrenta limitaciones que requieren un enfoque renovado. Las privatizaciones y la dependencia de un modelo económico que no prioriza la producción nacional continúan siendo obstáculos significativos. Aunque se han implementado políticas para mejorar la distribución de ingresos, es imperativo que la administración de Claudia Sheinbaum se enfoque en un modelo que transforme la producción y la economía real.