En la novela histórica de Roeburt (EE. UU., 1909-1972) –periodista, autor de más de 20 textos de ficción y guionista de varias series de televisión– se muestran con detalle las prácticas criminales de los grupos de la delincuencia organizada de su país y de Europa que a partir de los años 20-30 del Siglo XX fueron exportadas a América Latina y otras regiones del orbe junto con su desmedida ambición por el dinero, ferocidad criminal y marcada tendencia a la traición. En su corta pero exitosa vida delictiva, Capone sólo guardó fidelidad a John Torrio, su maestro, y a la mayoría de sus jefes, cómplices y sicarios los exterminó o expulsó de su lado. Estos rasgos de crueldad y egoísmo extremos también estuvieron presentes en los empresarios esclavistas, feudales y burgueses, así como hoy lo están en los “prohombres” del modelo económico neoliberal, aunque éstos usan armas más “amables” para desangrar y matar a la gente.

El avieso perfil psicológico y la innegable astucia delictiva de Capone son descritos a cabalidad por Roeburt en líneas y párrafos como los que en seguida se reproducen. En una plática con Torrio, Caracortada dice: “Tuve miedo cuando era chico. Luego hubo un tiempo en que no temía a nada ni a nadie”. En otra confiesa: “Yo siempre tendré hambre, eso era lo que le pasaba a Colosimo (a quien asesinó). Pero un día se le acabó el hambre, se dobló y murió”. En enero de 1920, cuando el gobierno de EE. UU. impuso la ley seca (Volstead Act o “prohibición”), Capone dijo a Torrio: “Esa ley nos depara una magnífica ocasión: ¡calcula tú los meses de sed que va a pasar la gente! ¡Qué oficio tan estupendo de darles de beber! ¡Mama mía, qué de ganancias!”.

En 1926, después de haber sobrevivido a un ataque armado del que se salvó de milagro, Torrio dijo a su discípulo y heredero: “Ya aprenderás tú también a tener miedo… Ahora que te quedas de dueño y responsable absoluto sabrás lo conveniente que es el miedo…Y empezarás a pensar lo mucho que tienes y lo mucho que puedes perder”. Ese año, Capone legalizó los negocios de la banda y empezó a vender “protección” a propietarios de garajes, mercados, camiones, tintorerías, etc. Pero dos años más tarde fue detenido por defraudar al fisco. El gobierno lo acusó de que entre 1925 y 1929 ganó un millón 38 mil 754 dólares, pero sólo declaró 215 mil. En 1931 fue condenado por primera vez, pero salió libre bajo fianza, aunque pronto fue recapturado y condenado a 11 años de prisión en la cárcel de la isla de Alcatraz, ubicada en la bahía de San Francisco, California. Fue liberado en 1939 porque la sífilis lo había convertido en una piltrafa humana. Murió en 1947.