Su obra poética consta de varios libros, entre ellos, Las alas de la muerte (1993), Poesía insólita (con Zurab Rtveliashvili y Giorgi Bundovani, 1993), Chicle (1994), Ágil, muy ágil y no tan ágil (con Diana Vachnadze, 1997), Las flores combustibles (2000), Versos (2002), Un lápiz en el cielo (obras seleccionadas, 2004), Hasta que llegue el momento (2006), La cicatriz (2010), Haciendo limpieza (2010), Atracción (2012), y Las inclementes experiencias poéticas (2015), etc. También ha publicado cuatro obras en prosa y un libro de crítica literaria.
Despegó y todo le salió bien:
lo elogiaron, bendijeron, se inclinaron ante él.
Despegó nuevamente, y nuevamente todo le salió bien:
lo aceptaron y no le negaron pan, agua ni
un peine para sus alas y su plumaje.
Despegó una tercera vez y esta vez, también, le salió bien:
se resignaron a él, lo toleraron.
Despegó una cuarta vez y le salió mal:
lo llamaron tonto plagiario de un ángel.
Pero aun despegó una quinta vez,
le dispararon,
lo mataron.
Soplaba un viento y una mujer volaba con el viento
la mujer volaba con el viento y un hombre corría tras ella
el hombre corría y todos sus amigos lo seguían
los amigos seguían llegando y una taberna esperaba
la taberna esperaba y la cerveza se volvía agria
la cerveza se volvía agria y el tabernero envejecía
el tabernero envejecía y su pelo se le caía
su pelo se le caía mientras caían bombas del cielo
caían bombas del cielo y las casas se desplomaban
las casas se desplomaban y una nueva taberna era construida
una nueva taberna era construida y nuevos amigos llegaban
nuevos amigos llegaban y un nuevo hombre corría
un nuevo hombre corría y una nueva mujer volaba con el viento
y una nueva mujer volaba con el viento y el viento viejo soplaba
el viejo viento soplaba y giraban nuevos molinos de viento
los molinos de viento giraban y el nuevo Don Quijote llegaba al mundo
el nuevo Don Quijote llegaba al mundo y Cervantes moría
Cervantes moría y Shakespeare moría también
o era el 23 de abril de 1616 y
la literatura estaba de luto y Dios reía
Dios reía y ocasionalmente un hombre reía también.
El hombre reía y bebía cerveza
o viceversa: primero bebía cerveza y luego la risa
seguida del llanto
y finalmente se puso de pie y salió tropezando detrás de la mujer
la mujer se alejaba corriendo tras el rastro del viento
el viento soplaba e intentando alcanzar la luz
el hombre estaba de pie mirando a los demás tratando de sumarse
y de vez en cuando
el hombre era un físico
un poeta
un borracho.
El hombre iba con frecuencia a la taberna
y mientras la cerveza se agriaba y el tabernero envejecía,
él conversaba con sus amigos
y Dios reía
Dios reía…
Y el viento soplaba.
Sobre cómo una ciudad es publicada cada día
Comienzan a trabajar al alba, los correctors y estilistas citadinos.
Cortan el césped,
pintan las fachadas de los edificios,
vuelven a conectar los cables rotos,
leen las calles línea por línea
cual profesionales:
este perro no debería estar aquí, quitémoslo;
vamos a añadir un estanquillo de prensa entre estos dos árboles,
y allí, al final de la calle
habría que colocar un bidón de basura pero
cambiemos el nombre de la calle.
Justo ahí necesitamos relacionar un supermercado con su texto original
citas de la vida norteamericana,
aquellas que la ciudad aprobara recientemente.
Francamente, muchas tareas quedan por emprender,
pero no debido a la debilidad.
Cada mañana hay una diligencia constante;
meten sus narices en los polvorientos volúmenes y
realizan sus labores interminables:
reemplazan los adoquines,
vuelven a pintar los carteles según los días feriados,
cuelgan las señales de tránsito
y, finalmente, llevan esta ciudad estilísticamente
correcta al Editor Nocturno para ser publicada.
*
El elegante vestido primaveral
alrededor de tu cuerpo
me sorprende
como si tu alma estuviera envuelta
en un abrigo invernal.
Sabes, supongo
que el metabolismo no sólo
tiene lugar en el organismo.
Sabes, supongo
que los elementos de tu vestido
se mezclan con tu sangre
y los carbohidratos son
tu nube de plumaje.
Esto es química, no erotismo.
Esto es química, tal vez incluso estética,
pero en modo alguno
una imaginativa confesión amorosa.
Esta diseminación de vestido y alma
está explicada en mi libro de química.
No me digas que soy un químico vulgar.
Ya sé
que mi camisa amarilla
es de un amarillo sin censura
y no tiene ni siquiera un rastro
de dispersión con la furia de los Girasoles de Van Gogh.