Lo que distingue al Neorrealismo italiano del llamado cine negro no es que ambas corrientes de la cinematografía presenten historias que reflejan la realidad de forma cruda, descarnada y, a veces, evidenciando que la realidad no sólo es ominosa, sino que tiene un alto sello de crueldad. El Neorrealismo italiano –que se inspiró bastante en el llamado Realismo Socialista–, además de basar sus historias en argumentos y temáticas en las que los protagonistas principales no son individuos aislados (algo muy característico del cine norteamericano y occidental siempre empeñados en hacer apología del individualismo y sus valores llenos de egoísmo y mezquindad), sino que son grupos amplios de seres humanos, incluso masas de individuos los que están en el centro de la narración y son protagonistas de primer orden; el cine neorrealista era un cine “coral” en ese sentido.
Otra característica que diferencia al cine neorrealista del cine negro, es que en el primero intervienen actores no profesionales, lo que permitió que las mejores obras fílmicas tuvieran una notable frescura, un sello de naturalidad que permitía a los realizadores más destacados de esta corriente conectar con el público de forma espontánea, pero con cierta profundidad. Y el tercer rasgo distintivo del neorrealismo –y creo que el más trascendente en términos sociológicos y políticos– consiste en que, mientras el cine negro presenta historias basadas en un determinismo inexorable, en una predeterminación del destino, lo cual hace que los personajes que protagonizan las historias no puedan eludir su destino y, por tanto, traten inútlimente de cambiar su realidad, en el cine neorrealista italiano las desgracias están vinculadas –en una relación causa-efecto– a las relaciones sociales dominantes. Es decir, las causas de la tragedia individual o la de varios individuos tienen nombre y apellido. Es la sociedad injusta, es el capitalismo con toda su cauda de injusticias, inequidades y arbitrariedades.
Éste es un mérito del neorrealismo, dado que muestra a la realidad social no de forma distorsionada y manipuladora; y al hacer la crítica sociológica, también señala la necesidad de que los seres humanos busquen otro tipo de relaciones sociales.
Con motivo del reciente fallecimiento del famoso actor francés Alain Delon, acaecido el viernes 18 de agosto, y a manera de modesto homenaje a esta leyenda del cine, hoy reseñamos y hacemos los comentarios sobre una cinta clásica del neorrealismo italiano en la que Delon fue uno de los actores protagonistas principales. Se trata de la cinta Rocco y sus hermanos (1960) del realizador italiano Luchino Visconti.
La familia Parondi es una familia muy pobre, que se ve obligada a emigrar del Sur de Italia al industrializado Norte; concretamente se mudan a vivir a la ciudad de Milán. Rosaria Parondi (Katina Paximou), madre de cuatro hermanos llega junto con ellos en tren y se dirige a la casa de su hijo mayor, Vincenzo (Spiros Focás). Éste, al ver que en su casa no podría albergar a su numerosa parentela, les dice que se vayan a vivir a otro lado. Rosaria tiene que buscar una vivienda y la encuentra en una vecindad; los Parondi se alojan en un sótano. Inmediatamente se ven compelidos a buscar empleo. El primer empleo que encuentran es apartando la nieve de las casas –ha nevado y la capa de nieve es gruesa en la ciudad–; posteriormente, los tres hermanos de mayor edad buscan colocarse en distintos empleos. La cinta está dividida en capítulos y cada capítulo nos trata de mostrar la vida de cada uno de estos hermanos. Visconti, al igual que otros grandes realizadores neorrealistas, logra con escenas en blanco y negro hilvanar una muy interesante historia que retrata la vida en la ciudad de Milán y la Italia de finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta.