Fue necesario más de un millón de libras esterlinas, el trabajo y la creatividad de millares durante 12 años y dos atronadores fracasos para que la palabra hecha luz cruzara el Atlántico, haciendo que América y Europa quedaran permanentemente comunicados.
En su obra Momentos Estelares de la Humanidad, Stefan Zweig, relata de manera apasionante la proeza que significó tender el Cable Telegráfico Transatlántico en 1866 y hace un recorrido a través de la evolución de los medios de comunicación y de transporte, así como de los principios físicos que les dan sustento.
De acuerdo con Zweig, durante cientos de miles de años, los medios de transporte (caballo, vehículos rodados, remo y velas) no evolucionaron de manera significativa. Goethe y Napoleón no se trasladaban esencialmente más rápido que Ovidio o Gengis Kan.
Esto cambió en el Siglo XIX con el ferrocarril y la máquina de vapor (según Irene Vallejo, debemos esta última a Herón de Alejandría antes que a Newcomen y a James Watt) cuyos principios físicos eran comprensibles (la mecánica y la termodinámica), pero esto no ocurrió con la electricidad.
¿Cómo es posible que una chispa eléctrica apenas perceptible manifestara tal “potencia diabólica para atravesar países, montañas y continentes enteros”? ¿Cómo puede la electricidad acrecentar en “millones de veces la potencia muscular y la velocidad humanas”, mover transportes, iluminar calles y cruzar los aires? ¿Cómo funciona el telégrafo, inventado por Samuel Morse en 1837?
Un operador en la estación A tiene un mensaje en sus manos. Cuando presiona y suelta un interruptor al ritmo marcado por un código (de Morse) se producen pulsos eléctricos que son enviados a la estación B. Al llegar al otro extremo del cable pasan a través de un electroimán y esto produce el movimiento de una pieza (brazo) que hace “clic”. Esta secuencia de sonidos es traducida a texto por el operador en B. ¡Transformación de la energía pura y dura! La palabra se hace golpe y luego chispa y después… sigue el camino opuesto.
Esto fue en gran escala lo que hizo en 1866 el estadounidense Cyrus Field, fundador de la Atlantic Telegraph Company, al tender por mar cuatro mil kilómetros de cable aislado con gutapercha (se hilaron cerca de setecientos mil kilómetros de alambre), desde las costas de Irlanda hasta la Isla de Terranova, en Canadá. Hacer posible la “inclusión de la Humanidad en el ámbito de la telecomunicación” (Zweig) sin duda fue, como vaticinaba Morse, “la gran proeza del siglo”.
Este hecho marcó una nueva era en las comunicaciones globales Final del formulario. El telégrafo y sus principios sirvieron como base para inventos posteriores, tales como el teléfono y la radio. Además, la transmisión instantánea de mensajes generó un profundo impacto en diferentes campos de la actividad humana.
Las relaciones entre Estados y países se facilitaron. Con la transmisión rápida de noticias surgieron importantes medios de comunicación y esto influyó directamente en aspectos políticos y militares (Guerra de Crimea (1853-1856), Guerra Civil Estadounidense (1861-1865), Guerra Franco- Prusiana (1870-1871), entre otras).
Las operaciones comerciales pudieron realizarse más rápido y así ocurrió con la actividad económica en su conjunto. Ejemplo de ello es la publicación en tiempo real del precio de las acciones y transacciones por parte de la bolsa de valores de Nueva York a partir de 1867. En las nuevas circunstancias recobraba validez la reflexión de Irene Vallejo sobre la información contenida en las tablillas de barro de la antigua Mesopotamia: primero eran las cuentas y luego los cuentos.
¿Y en materia política? De acuerdo con Yuval Noah Harari, para poder entender y transformar la sociedad “Marx y Lenin estudiaron cómo funcionaba una máquina de vapor, cómo operaba una mina de carbón, cómo los ferrocarriles modelaban la economía y cómo la electricidad influía en la política”.
La primera frase enviada por Samuel Morse en el telégrafo en 1844 fue: “Lo que Dios ha forjado”. ¡Curioso! Pareciera que el tremendo herrero, hacedor de inventos y circuitos en el mar es el Hombre.