De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la incidencia de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión ha aumentado un 25 por ciento; sin embargo, el sistema de salud del país no ha logrado ofrecer una respuesta adecuada a esta demanda.

En 2020, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló que un estilo de vida acelerado y estresante; así como problemas socioeconómicos y familiares, falta de descanso, y una alimentación deficiente son factores determinantes para que más de 590 mil mexicanos padecieran alguna enfermedad mental, de los cuales el 54 por ciento son hombres y 46 por ciento mujeres.

El gasto en salud mental en México ha sido históricamente bajo, oscilando entre el 1.3 y el 1.6 por ciento del presupuesto total de salud entre 2016 y 2023, según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. Esta cifra es significativamente inferior al promedio de otros países con ingresos similares, que invierten alrededor del 5 por ciento en salud mental, y mucho más lejos de las recomendaciones para naciones con altos ingresos, que deberían destinar un 10 por ciento.

Para 2024, se proyecta que el presupuesto para salud mental será de apenas 1.3 por ciento del total de salud, equivalente a tres mil 724.5 millones de pesos, con un ligero incremento respecto a 2023; sin embargo, este aumento no será suficiente para cubrir las crecientes necesidades, ya que se proyecta una reducción de 98.2 millones de pesos en programas de prevención respecto al año anterior.

La Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA) se creó en 2023 con el objetivo de ofrecer un plan integral para mejorar la atención en salud mental; pero, el presupuesto asignado sigue siendo insuficiente para abordar las necesidades del país.

A estos desafíos, se suma la necesidad de contar con personal especializado, toda vez que el 80 por ciento de las personas que padecen un trastorno mental en México no reciben atención profesional, aseguró Carmen Amezcua, psiquiatra especializada en Psiquiatría Integrativa. México no alcanza siquiera un psiquiatra por cada 10 mil habitantes, lo que limita el acceso a tratamiento adecuado.