Las comparaciones nunca son buenas para todos, alguien sale perdiendo, necesariamente. Eso ocurre siempre al comparar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con los gobiernos anteriores. Su administración resultó igual y a veces peor; aunque haya manifestado reiteradamente “no somos iguales” y a veces se mostrara admirado cuando alguien señalaba algún empeoramiento de las condiciones sociales durante su gestión. Ni hablar del número de homicidios, de la inseguridad, de las desapariciones y asesinatos de políticos o de los crímenes cometidos por las organizaciones delictivas; en todo esto parece que el gobierno actual se llevará el premio mayor cuando se comparen las cifras de su sexenio con las de otros periodos.

Pero existen otras variables que caracterizan o miden la situación de la mayoría, como la salud, la educación, el empleo y la vivienda. De esto último, de la atención de la vivienda durante el gobierno de AMLO, se habla hoy en buzos, cuyo Reporte Especial analiza los resultados del programa de construcción de vivienda para los pobres, que consistía en la promesa de beneficiar a más de cinco millones de familias en el sexenio de la “Cuarta Transformación” (4T).

A unos días de terminar el sexenio, los datos oficiales demuestran que no se cumplió ni siquiera el 20 por ciento de lo prometido, porque no se llegó a construir ni siquiera 800 mil viviendas; que 10 millones de pobres se encuentran sin hogar y que el último gobierno anterior a la 4T (el de Enrique Peña Nieto) construyó casi el doble de viviendas nuevas; mientras que su antecesor, Felipe Calderón, entregó casi tres millones de viviendas y seis millones de créditos para mejorar o autoconstruir hogares. Estas cifras dan la razón a AMLO: su gobierno no fue igual que los anteriores; la 4T resultó peor.

Estudios e informes oficiales demuestran, también, que en el sexenio de AMLO se fue encareciendo la vivienda hasta llegar, en 2024, a una situación de muy elevado costo para comprarla o construirla. Nuestro Reporte Especial explica las causas de este encarecimiento y, en consecuencia, del aumento de la población sin acceso a una vivienda digna, que se ha convertido en un sueño imposible de alcanzar para los pobres, a los que el gobierno saliente prometió atender en primer lugar.