BlackRock es una empresa financiera cuya actividad principal consiste en recibir inversiones de personas o instituciones que buscan hacer crecer sus riquezas a través del rédito (“rendimientos ajustados por el riesgo”), y distribuyen esos recursos en diversas empresas productivas y de servicios en forma de inversiones; naturalmente, con un pago por las operaciones gestionadas. También tiene otras actividades menores, como el asesoramiento de inversiones y servicios tecnológicos, por mencionar algunas. BlackRock está compuesta por varios fondos de inversión, entre los que destaca Vanguard, compuesta a su vez por grandes accionistas, aunque éstos no se muestran al público. El poder económico de BlackRock abarca tanto los mercados financieros como los sectores de la producción –gas, tecnología, petróleo, alimentos, armamento, farmacéutica, bancos y atención médica–. También proporciona préstamos a los gobiernos. A este gran consorcio financiero le conviene que a las empresas donde tiene depositadas sus inversiones les vaya bien; de suerte que es capaz de manipular los mercados para incrementar los precios o influir en las políticas de los países para aumentar sus beneficios. Varios de los altos mandos de BlackRock luego han pasado a formar parte del gobierno de Estados Unidos.
La guerra en Ucrania ha traído cuantiosas ganancias a esta gran empresa financiera. BlackRock es uno de los inversionistas de las corporaciones que proveen de armamento a los ucranianos: es propietario del 6.1 por ciento de Boieng; 5.6 por ciento de General Dynamics; 6.2 por ciento de Northrop Grumman; 6.3 por ciento de Lockheed Martin; siete por ciento de RTX (Raytheon). Además, de acuerdo con Micaela Constantini, analista de PIA Global, después de un año de guerra, las acciones de varias de estas empresas han incrementado entre el 15 y el 39 por ciento, es decir, están contribuyendo a la destrucción de la infraestructura de Ucrania, porque toda guerra va acompañada de la destrucción de la riqueza material del país sede de la guerra. Pero la destrucción del patrimonio ucraniano no es el único negocio, sino también su reconstrucción. En mayo de 2023 se hizo oficial que, entre otras empresas financieras, BlackRock brindaría asesoría “gratuita” para diseñar el Fondo de Desarrollo de Ucrania (UDF) y sería el “coordinador” de la gestión de los recursos para la reconstrucción de este país cuando acabe la guerra, recursos que se atraerán mediante instrumentos financieros. Estas inversiones abarcarán áreas como infraestructura, energía, agricultura, industria y medios de comunicación. Es decir, BlackRock tendrá información privilegiada para saber dónde hacer negocio con las inversiones que lleguen a Ucrania.
Además, BlackRock se está beneficiando indirectamente de otras cosas, porque Ucrania ha podido contratar una gran deuda con las financieras de Wall Street, a las que tendrá que pagar grandes cantidades de dinero en forma de intereses. Como dato, esta deuda ronda los 500 millones de dólares anuales y representa una quinta parte de la deuda total ucraniana; incluso, habían propuesto que se pagara parte de ésta con los activos rusos congelados en Europa y Estados Unidos.
En conclusión, los grandes beneficiados de la guerra en Ucrania son los capitales norteamericanos, en particular BlackRock, que se están embolsando grandes cantidades de dinero mediante la destrucción y construcción de Ucrania. Las guerras son, en general, un mecanismo del capitalismo para evitar las crisis ocasionadas por el crecimiento excesivo del capital.