Para nadie es un secreto que las sociedades divididas en clases originan una polarización distintiva entre grupos sociales. En las sociedades capitalistas, por ejemplo, se puede observar claramente una división entre una minúscula clase burguesa propietaria de la mayor parte de la riqueza social y una masa gigantesca de trabajadores que viven de su trabajo, de su propio esfuerzo, diario, en forma de desgaste físico o mental.

Sin embargo, aunque en esencia tenemos estas dos clases, también podemos encontrar en algunas sociedades, como la mexicana, a un grupo social con características peculiares, que se encuentra a medio camino entre los burgueses y los trabajadores: los pequeñoburgueses.

¿Son burgueses?, ¿son proletarios? Pues tienen características de las estas dos clases polares y están en continuo cambio, algunos, los menos, crecen en escala de producción, en inversión y pasan a las filas de la gran burguesía. Otros, los más, no pueden contra la fuerza de competencia, sucumben frente a otros negocios, caen víctimas de las crueles leyes del mercado y pasan a las filas del proletariado.

¿Pero quiénes son los pequeñoburgueses? En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx enlista entre ellos a los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el labriego, etc.

Podríamos decir que son aquellos capitalistas en miniatura que son dueños de sus propios medios de producción, pero en escala muy pequeña, como aquellos dueños de pequeños negocios que viven de explotarse a sí mismos trabajando directamente en su local o vigilando a los trabajadores a su cargo, que generalmente son muy pocos. Generalmente, tienen en propiedad una casa, un local o una porción de tierra. Y esta sensación de propiedad les genera cierta seguridad y efectos psicológicos y culturales que los distingue de los trabajadores que viven exclusivamente de su salario.

Un grupo clásico son los campesinos pequeños propietarios que persisten en el sur de México, sobre todo dadas las condiciones sociales, históricas y hasta geográficas prevalecientes en algunas regiones. También podemos catalogar así a profesionales como los abogados, doctores, dentistas, que casi siempre ponen su consultorio individual donde atienden a sus clientes directamente; éstos, si acaso, tienen una secretaria a su servicio, aunque regularmente son ellos el único trabajador del local. Se caracterizan por tener una formación universitaria y una cultura y conocimientos por arriba de la media de la sociedad. Sus inclinaciones políticas son heterogéneas, pudiendo simpatizar con la burguesía o con el proletariado. Por eso Marx desconfiaba de ellos, su misma posición de clase los hace inestables políticamente.

¿La pequeña burguesía apoyará la revolución socialista? Esto no puede saberse con anticipación. Sus condiciones materiales concretas y sus intereses específicos los llevarán eventualmente a tomar una posición. Lo que se puede ir haciendo desde ya es abonar a su radicalización, influyendo políticamente en ellos y no cerrarnos de antemano a la idea de que son un grupo perdido para la lucha. La propia clase trabajadora estará perdida para la revolución si no está verdaderamente educada en la ciencia más rigurosa y avanzada de su tiempo. Mas bien será presa de populistas y de falsos profetas.

Además, históricamente, algunos elementos de la pequeña burguesía han jugado un rol político de vanguardia en luchas revolucionarias como en Rusia, donde la intelligentsia, es decir, la clase intelectual, fue protagonista de las batallas por libertades políticas contra el absolutismo zarista. Aunque es cierto que también hay ejemplos contrarios, como argumenta Wilhelm Reich en el caso del apoyo que este grupo brindó al fortalecimiento del fascismo en Alemania. 

Al final de cuentas, en el socialismo queremos que los trabajadores sean apreciados realmente por su trabajo, sea éste manual o intelectual. Y algunos pequeños burgueses sí viven realmente de su propio trabajo, como los profesionales o los campesinos minifundistas.