El lunes 10 de junio, la recién electa Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, tuvo su primer encuentro con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien salió a recibirla en la puerta de Palacio Nacional con un abrazo y con un beso, como el que un padre da a una hija bien portada por seguir sus órdenes.

En su reunión, según la agenda oficial, el tema central fue la transición del gobierno; y el propio AMLO reveló que instruyó a “su hija” para que en septiembre apoye la aprobación de la reforma al Poder Judicial, uno de los proyectos que no logró imponer porque Morena y sus aliados no tenían la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. Con tal actitud, el mandatario nacional aclaró que fue él quien hizo ganar a Sheinbaum Pardo y que ésta hará todo lo que le dicte y mande.

No se supieron más detalles de esa reunión; pero todo lo dicho y hecho después por la señora Sheinbaum evidencia que seguirá bajo las órdenes de “su papá”; y que AMLO se dispone a actuar como un dictador para violar la Constitución, las libertades y los derechos humanos. El que la Presidenta electa acepte realizar lo que el “dedito” presidencial le dicte, representa un mal augurio para los mexicanos, como denunciaron luego las reacciones de incertidumbre y desconfianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, expresadas en las caídas del peso frente al dólar y las acciones en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).

Pero la posible aprobación del llamado “Plan C” de AMLO tendría un impacto adicional no menos severo y negativo que la inestabilidad económica y financiera, ya que el objetivo central de una “nueva” Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) consiste en subordinarla a Morena, porque los jueces y magistrados serían postulados como candidatos de partidos políticos, electos por voto popular; y, una vez en funciones, estarían al servicio de dirigentes y del gobierno en turno. El segundo gobierno sexenal de Morena pretende consolidar el proyecto dictatorial de AMLO, lo que redundará en perjuicios contra la mayoría de los mexicanos.

Aunque Claudia Sheinbaum ha intentado disfrazar su fidelidad servil hacia AMLO con ofertas de diálogos ante varios sectores, o que escuchará propuestas y opiniones, lo cierto es que los mecanismos para atenderlos (encuestas y foros de consulta popular) están muy lejos de percibir el sentir de las demandas sociales ya que, como es del dominio público, estas herramientas en el país siempre se han utilizado para justificar decisiones efectuadas por las cúpulas del poder político.

En efecto, las consultas y los “parlamentos abiertos” en nuestro país nunca se han organizado para escuchar y considerar a la mayoría de los mexicanos, en particular a los más pobres; porque, en realidad, la supuesta “democracia participativa” representa solamente uno más de los desgastados mecanismos utilizados por la élite gubernamental para centralizar el poder, cumplir sus caprichos, enriquecerse, desentenderse de los problemas de la sociedad y tomar decisiones políticas y socioeconómicas contrarias a los intereses de la sociedad.

Los foros de análisis de la reforma al Poder Judicial se realizarán a partir del 25 de junio, y con ellos nos perfilaremos hacia una dictadura que acabará con la independencia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial para que una sola persona o un pequeño grupo de personas gobierne en México. La anulación de la división de poderes fue activada por el autócrata AMLO y éste no descansará hasta lograrlo, con la venia de Claudia Sheinbaum, quien operará como “mandadera” en lugar de “mandataria”.

La “democracia” en México siempre ha sido una dictadura del Presidente en turno, como ocurrió prácticamente durante todo el régimen priista y en los dos sexenios que gobernó el panismo. Durante ese largo periodo, los poderes Legislativo y Judicial fueron alfiles siempre movidos según la voluntad del Presidente y dejaron inermes a los ciudadanos. Por ello, con el Poder Judicial bajo control de Morena, la mayoría de los mexicanos seguirá hundida en la pobreza para que la burguesía exprima más y mejor a los trabajadores.

AMLO sólo pretende suprimir la división de poderes para instaurar una dictadura abierta, en la que los mexicanos solamente lo “vean, oigan y callen”, que obedezcan sin rechistar a su voluntad, como hasta ahora lo ha hecho la señora Claudia Sheinbaum Pardo quien, sin embargo, en los próximos meses tendrá la oportunidad de decidir entre jugar con lumbre por obedecer a su papá o asumir el cargo por cuenta propia y convertirse realmente en la primera mandataria de México.