En esta especie de campo minado en que se fue transformando México a lo largo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, una bomba de tiempo que está a punto de explotar es la crisis alimentaria, que dañará a las capas más vulnerables de la población mexicana y no a los gobernantes, quienes ya se retiran muy tranquilos.
Así podríamos sintetizar lo que anuncian analistas de organizaciones especializadas en el estudio de los problemas sociales y la política económica aplicada para resolverlos y que explican el momento de peligro que vive la mayoría de la población si el gobierno entrante no aplica medidas de emergencia que salven de la hambruna a los mexicanos. Estos especialistas advierten el inminente arribo de una crisis alimentaria en el país como consecuencia del impacto de factores naturales y sociales sobre la situación económica actual.
El principal factor natural es la sequía más grave de las cuatro últimas décadas y cuyas más recientes evaluaciones reportan afectado más del 80 por ciento del territorio nacional y varias entidades federativas siniestradas al 100 por ciento.
El principal factor social es la política económica errónea, deficiente y muchas veces irresponsable; tiene dos vertientes: la política agropecuaria y la política hidráulica; es decir, la falta de apoyo a los productores del campo y la desatención de la demanda de agua tanto para la población urbana como para los agricultores, de temporal y de riego, quienes padecen la sequía y la baja captación de las presas en todo el país.
La falta de previsión, de construcción de obras hidráulicas o mantenimiento a las existentes, por ejemplo, en los sistemas de abastecimiento de agua potable en las grandes urbes (CDMX, en primer lugar) son ejemplos de la defectuosa política económica aplicada durante este sexenio.
Sequía, falta de apoyo a la producción agropecuaria, eliminación de fideicomisos que aliviaban la situación del medio rural, aplicación de aranceles a la importación de fertilizantes indispensables para la producción de alimentos básicos, falta de mantenimiento de los sistemas de agua potable y la ausencia de nuevas obras hidráulicas en las zonas más áridas, son los ingredientes explosivos de la bomba que nos deja preparada la “Cuarta Transformación” y que podría estallar en el plazo inmediato.
La existencia de esta bomba ha sido detectada y advertida por especialistas y también por la población, que ha conocido sus primeras manifestaciones en la subida de los precios de los alimentos básicos y artículos de primera necesidad, que anuncia la crisis alimentaria como los truenos anuncian la tormenta.