Los líderes de los países del G7 arrancaron este jueves su cumbre anual de tres días en el sur de Italia, principalmente para discutir el seguimiento de la ayuda militar y armamentística para Ucrania.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, recibió a sus homólogos de Estados, Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón y Canadá, así como integrantes de la Comisión y Consejo Europeos, en el exclusivo ‘resort’ de Apulia.
En el primer día de la cumbre, los presidentes Joe Biden y Emmanuel Macron, los primeros ministros Justin Tradeau, Rishi Sunak, Fumio Kishida, y Giorgia Meloni y el canciller Olaf Scholz acordaron realizar un “préstamo” por 50 mil millones de pesos para Kiev, financiado por los intereses generados de los activos del Banco Central ruso congelados en la Unión Europea.
Actualmente hay cerca de 325 mil millones de dólares de activos de Rusia congelados en el mundo como parte de las sanciones de Occidente por la operación especial militar que el país lanzó para “desnazificar” a Ucrania.
El “acuerdo provisional” fue confirmado por fuentes de alto nivel francesas y estadounidenses conocedoras del tema; el anunció oficial será dado a conocer públicamente por los líderes de Grupo de los Siete y el presidente ucraniano, Vladímir Zelenski.
El país emisor del préstamo será EE.UU. y se espera que Kiev pueda recibir los fondos antes de concluir el 2024.
Al respecto, Rusia ha respondido inmediatamente prometiendo “represalias dolorosas” para el G7, más para Bruselas, por ser un “acuerdo ilegal”. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, advirtió que tendrán que “pagar las locuras de su bolsillo”.
“Hay suficientes propiedades y dinero europeos en Rusia [...] y las inevitables medidas de represalia serán extremadamente dolorosas para Bruselas”, comentó en una conferencia informativa.
Asimismo, señaló que la decisión del G7 “amenaza con desequilibrar completamente el sistema financiero y crear crisis catastróficas” porque intensifican el conflicto para “alentar” al régimen de Kiev a atacar directamente territorio ruso.