Existe un matemático que superó al gran Leonard Euler, publicando más de mil 500 artículos de matemática original con alrededor de 500 colaboradores, era capaz de publicar un artículo por semana a los 70 años, era un hombre que sólo amaba a los números, para ello tuvo que olvidarse de mantener un lugar donde vivir, de conducir un automóvil, pagar impuestos, comprar alimentos, nunca se casó ni tuvo familia, le repugnaba el placer sexual, no le interesaban las comodidades ni los acontecimientos públicos. Un matemático íntegramente dedicado a la investigación matemática. Sin trabajo estable, vivía errante acompañado por una maleta, tocaba la puerta de la casa de algún matemático diciendo “mi cerebro está abierto” y se quedaba en casa para desarrollar algún artículo, para luego seguir visitando otras casas. Este extraño matemático fue el húngaro Paul Erdós (1913-1996) su pasión era hacer matemáticas: demostrar teoremas y establecer conjeturas.

Paul Erdós nació en el seno de una familia judía de profesores de matemática, se educó en casa hasta que en 1930 ingresó a la universidad de Peter Pazmany de Budapest, completó su doctorado a los 21 años en la Universidad de Budapest y en 1934 viajó a Manchester para hacer un posdoctorado. Vivió la época de la persecución a los judíos, así que en 1938 se embarcó hacia Estados Unidos para integrarse al Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, en donde aportó a la teoría probabilística de números y a la teoría de aproximación. La no renovación de la beca hizo que se convirtiera en un errante por las universidades de Pensilvania, Notre Dame, Padue y Stanford. Su interés principal era la teoría de números, le interesaban los problemas de planteamiento sencillo pero que requerían gran ingenio para su solución.

Paul Erdós colaboró con tantos matemáticos que dio origen al famoso “número de Erdós”. La regla es la siguiente: Erdós se asigna el número cero y a cada matemático que publicó con él se le asigna el número uno y a los matemáticos que han publicado con estos últimos se le asigna el número dos y así sucesivamente. Lo sorprendente es que se estima que el 90% de los matemáticos tiene un número de Erdós menor que ocho. En 1999 se descubrió que los ganadores de la Medalla Field tienen un número de Erdós menor o igual a cinco, incluso más de 60 Premios Nobel tendrían un número de Erdós menor que 10. (Véase el artículo Analyzing the Erdós star clusterScience, cuatro de febrero, 287(5454):799.2000.

Paul Erdós, tenía una sensibilidad especial para motivar a los jóvenes talentos. Le gustaba entregar dinero que ganaba en premios o conferencias a los estudiantes de matemática que resolvieran algunos de los problemas por él propuestos. Además de formas peculiares de decir, por ejemplo, a las esposas les decía “patronas”, a los maridos les decía “esclavos”, a los niños, “epsilones”, a los matemáticos que no producían teoremas los llamaba “muertos”, a la música “ruido”, a las bebidas alcohólicas, “veneno” etc. Al morir, sólo poseía 25 mil dólares y ningún bien material.

Paul Erdós era un platonista, creía que la matemática se descubre y que todo está escrito en un Gran Libro en el cielo, conservado por Dios, y que contiene las demostraciones más elegantes de cada problema matemático. No creía en Dios, pero si en el Gran Libro, se refería a Dios como el “supremo fascista”, acusándolo de no querer compartir las demostraciones del Gran Libro.

Paul Erdós tuvo un contacto muy especial con su madre, quien empezó a acompañarlo en sus viajes desde los 80 años y lo hizo hasta que cumplió 91. La muerte de su madre le afectó para el resto de su vida, el único alivio que experimentaba era el trabajo intenso en matemática, hasta 19 horas diarias de estudio. Terminó afectando su salud y murió de un infarto al corazón cuando asistía a un Congreso en Arizona, el 20 de septiembre de 1996, dejando un legado imborrable en la memoria de los matemáticos.