Un devastador ataque perpetrado por Ucrania contra una tienda en la localidad de Sadóvoe, en la provincia rusa de Jersón, ha resultado en la pérdida de al menos 22 vidas y dejó a 15 personas heridas, según informó el gobernador local, Vladímir Saldo, el viernes pasado.
El gobernador Saldo condenó enérgicamente el acto, denunciando lo que describió como "un despreciable asesinato de civiles", y acusó al presidente ucraniano, Zelenski, de revelar "la vil naturaleza fascista" con este ataque. Saldo afirmó que los ataques en la región de Jersón y en Lugansk eran un "regalo sangriento" para líderes occidentales como Macron, que en ese momento se encontraban en Francia.
Según las autoridades locales, el primer ataque fue llevado a cabo con una bomba aérea de fabricación francesa, seguido por otro desde un sistema de lanzamisiles múltiple HIMARS. Horas antes, las fuerzas ucranianas habían bombardeado la ciudad rusa de Lugansk, con un saldo de 4 personas muertas y más de 50 heridas. Según el Ministerio ruso de Defensa, las tropas de Kiev utilizaron misiles ATACMS de fabricación estadounidense en el ataque.