Uno de los pocos pueblos indígenas que existen en Europa es el Sami, también conocido como etnia de los lapones, aunque este último término tiene connotación peyorativa, pues manifiesta desprecio por parte de los habitantes de la península de Escandinavia. A decir de las estadísticas poblacionales más recientes, el pueblo Sami está compuesto por aproximadamente 90 mil personas, distribuidas en Noruega, Suecia, Finlandia y una pequeña cantidad en Rusia. Su actividad fundamental –y milenaria– es la cría de renos. Como es de suponer, como a cualquier otro pueblo indígena que tiene que convivir con los caucásicos europeos, sufren el racismo de los que se consideran los humanos superiores con respecto a otras razas humanas.
Robo (2024) es un filme sueco realizado por la cineasta Elle Márjá Eira y cuya excelente fotografía estuvo a cargo de Ken Are Bongo; narra la historia de Elsa (Elin Oskal), una mujer sami que, siendo niña, pudo observar cómo un sueco racista mata a uno de los renos de los rebaños de su familia. Cuando el racista se da cuenta de que ha sido observado por Elsa, se acerca a ella y le dice: “si dices algo sobre esto te mataré”. Elsa calla durante años. Sin embargo, el racista sigue matando renos y aunque existen indicios sobre su culpabilidad, la policía sueca no hace nada. Cuando Elsa ya es una mujer joven, se tiene que enfrentar no sólo al racismo de los suecos, sino también al machismo que existe dentro de su comunidad, pues por ser mujer es constantemente descalificada por los miembros del consejo que dirige a la comunidad.
La cinta nos muestra también las ambiciones de los blancos, que les quieren arrebatar a los samis sus tierras y, con ello, devastar bosques, ríos, y estepas; y por si fuera poco nos muestra que, en esa sociedad discriminatoria, los jóvenes samis tienden al suicidio (en una secuencia del filme, el hermano de Elsa, aparece en un intento de suicidio que es frustrado por su hermana, quien llega en el momento preciso para evitar la tragedia).
Robo es una cinta que nos muestra que la decadencia de Europa occidental tiene que ver con ese afán milenario de los europeos de arrebatarle a todos los pueblos indígenas sus tierras, sus recursos naturales, que han querido aplastar su cultura. Se sabe que, durante décadas, en Suecia y Noruega se obligaba a los niños samis a aprender los idiomas oficiales a punta de reglazos y otras formas de opresión. Pero como decimos en México: “A toda capillita le llega su fiestecita”. Y a los europeos occidentales –incluidos los norteamericanos, australianos, neozelandeses, etc.– ahora ya no les están resultando sus métodos de dominio del mundo, pues Europa está entrando en una crisis económica y social que espanta a los propios europeos. Emmanuel Macron, presidente francés, ha dicho que “Europa puede desaparecer”, los europeos están siendo expulsados junto con su colonialismo depredador de muchos países de África. Estados Unidos está en plena decadencia, pues dentro de poco tiempo ya no será la potencia unipolar que oprime al mundo. Robo nos da una idea clara de lo que puede sufrir un pueblo colonizado.