“Las recientes tormentas solares, que han desatado auroras boreales inusuales en México y otros países, no representan una amenaza directa para la salud humana; pero, sí pueden afectar sistemas tecnológicos críticos, como satélites, telecomunicaciones y redes eléctricas. Por lo tanto, son consideradas eventos de interés para la seguridad nacional”, aseguró el investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Américo González Esparza.
Para Imagen Radio, el investigador González Esparza explicó que las tormentas solares no están relacionadas con sismos, ondas de calor o cambio climático. Son fenómenos naturales que ocurren a una distancia considerable de la Tierra, aproximadamente 150 millones de kilómetros, y estamos protegidos por nuestra atmósfera y campo magnético.
Asimismo, indicó que las tormentas solares son eventos recurrentes vinculados al ciclo de actividad del Sol, que tiene una duración aproximada de 11 años; sin embargo, dichos fenómenos serán más frecuentes en el futuro cercano, dijo, porque “nos estamos acercando al máximo de actividad solar, proyectado para entre 2024 y 2025”.
Precisó que estas tormentas solares se originan en la superficie del Sol, en regiones conocidas como manchas solares, que concentran campos magnéticos intensos y pueden producir explosiones violentas. Las nubes de partículas resultantes pueden afectar el entorno espacial de la Tierra, generando lo que se conoce como tormentas geomagnéticas.
Por su parte, el Servicio de Clima Espacial de la UNAM emplea una escala similar a la de los huracanes para medir la intensidad de las tormentas solares, que va del 1 al 5; esta última es considerada extrema. “Cuando se produce una explosión solar, primero llega un estallido de luz, seguido de nubes de material solar que pueden tardar entre uno y cuatro días en llegar a la Tierra, proporcionando tiempo para monitorear y emitir alertas de precaución”.
Finalmente, González Esparza destacó la necesidad de colaboración entre instituciones como el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y el Servicio de Clima Espacial de la UNAM para desarrollar protocolos y aumentar la resiliencia del país ante estos fenómenos naturales.