A través de plataformas sociales, videojuegos y sitios web, las redes de trata y pornografía infantil se esconden en el mundo digital. En México, se reportan aproximadamente 28 casos de abuso a menores cada día, y los ciberdelitos contra Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) han incrementado en más de un 200 por ciento desde al año 2019, de acuerdo con la Asociación de Internet MX (AIMX).
A través del estudio "Estado de las políticas y regulación sobre la ciberseguridad para NNA en México", elaborado por la AIMX, indicó que el 46 por ciento de los usuarios de internet en el país han experimentado situaciones negativas, como acceso a contenido inapropiado, acoso, interacción con extraños y compras no autorizadas. Además, el 20 por ciento de la población mayor de 12 años ha sufrido algún tipo de acoso cibernético.
Por su parte, el Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef), refiere que el ciberacoso, en sus diversas manifestaciones, afecta al 25 por ciento de los NNA en México. Esta realidad ha generado una preocupación creciente entre los padres de familia, quienes temen que sus hijos sean víctimas de ciberdelitos, como la explotación sexual y la trata de personas. De hecho, México es identificado como origen del 60 por ciento del material pornográfico infantil distribuido a nivel mundial, según la organización internacional ECPAT.
Al respecto, el médico psiquiatra infantil, Víctor Hugo Obregón García, declaró a buzos que el descuido de los padres de familia ante el acceso de los menores a medios digitales y el poco interés por supervisar sus actividades en línea facilitan la comisión de estos delitos. Además, la falta de control en entornos escolares y el debilitamiento de las estructuras familiares contribuyen a exponer a los NNA a situaciones de riesgo en el mundo virtual.
Es por ello que recomendó que se habiliten los controles parentales en los dispositivos; asimismo, que se establezcan reglas puntuales con respecto al uso de internet y las redes sociales; además, de mantener un monitoreo de las actividades en línea, así como mantener comunicación abierta y constante sobre los peligros que hay en la web, todo ello con el fin de disminuir los riesgos en los menores.
“Sólo lo a través de la concientización, la prevención y la protección adecuada se podrá garantizar un entorno seguro para las infancias en el mundo digital”, concluyó.