La campaña imperialista contra Irán comenzó a mediados del siglo pasado; tenía como objetivo apoderarse de sus recursos y usarlos para controlar la región de Medio Oriente y someter a esa nación islámica a los intereses económicos y políticos de Estados Unidos (EE. UU.). Continuación de lo mismo es la actual campaña mediática mundial contra Irán por su legítima defensa ante el ataque del gobierno de Israel a su consulado en Damasco, Siria, que provocó la muerte de varias personas e hirió a muchas otras. Nadie en el mundo puede creer que Israel haya actuado en este ataque sin el consentimiento de EE. UU.; no lo creen ni los ciudadanos israelíes, que cada vez están más descontentos con el gobierno genocida de Netanyahu.
El imperialismo acusa a Irán de “pavimentar” la guerra, es decir lo señala como responsable de la tercera conflagración mundial; su objetivo es echar humo a los ojos de los ciudadanos de todo el planeta utilizando sus poderosos medios de comunicación para que los pueblos no se den cuenta de que la respuesta de Irán es resultado de la provocación israelí, del ataque armado contra personas inocentes y en momentos de paz.
La acción de Irán en defensa de su soberanía es también una advertencia y una lección al gobierno sionista, que actúa impunemente, que se siente dueño y señor en Medio Oriente porque cuenta con el respaldo de su creador y protector de siempre: “Occidente”, que lo usa como un enclave para controlar la región.
Tratan de ocultar, también, que detrás de la masacre en la Franja de Gaza y de la última provocación, no sólo está Israel, sino el gobierno de EE. UU., cuya opinión es decisiva en cada una de las acciones del gobierno sionista.
Éste es el tema central del Reporte Especial de esta semana, que documenta la provocación israelí del 1º de abril, la respuesta de Irán y las mentiras del gobierno yanqui, que asegura que no sabía del inminente ataque defensivo de Irán a pesar de que países vecinos han reconocido que recibieron la advertencia y la transmitieron al gobierno estadounidense, que no hizo absolutamente nada para impedir el ataque, porque le conviene que haya guerra.
El objetivo imperialista no es la paz en Medio Oriente sino, por el contrario, la enemistad, la confrontación y la guerra; por eso ha dejado actuar a su cómplice, a su títere israelí; permite el ataque a la sede diplomática de Irán; y, a pesar del clamor mundial, cierra los ojos ante el genocidio en Palestina y financia la guerra en Ucrania.
Lo anterior demuestra que no es Irán quien arrastra al mundo hacia la tercera guerra mundial, sino el imperialismo, que utiliza a sus esbirros de Israel y de Ucrania; la guerra es su objetivo principal, la inestabilidad de las naciones es lo que conviene a sus negocios.
Es larga la lista de provocaciones, de guerras impulsadas por EE. UU., quien no siempre ha salido triunfante: ha habido guerras importantes en las que el ave de rapiña resultó desplumada; Corea, Vietnam, Cuba y Ucrania –donde el tiro le salió por la culata– son claros ejemplos de ello. Sólo a quienes quieren dominar el mundo e imponer un orden unipolar pueden convenirles la confrontación y la guerra; pero no a los países que desean un orden multipolar y repudian el control de una sola potencia.