No quería ser emperador, pero el pueblo…

En sus Memorias, Agustín de Iturbide dice que siempre se rehusó a ser emperador de México y que fue el pueblo quien lo “obligó” a aceptar el cargo a través de la expresión de sus seguidores en el Congreso Nacional. Su asunción ocurrió el 19 de mayo, el 21 la concretó y el 29 de mayo envió una carta al presidente de Colombia, Simón Bolívar, para proponerle una alianza político-militar en defensa de la autonomía de América Latina. Con 77 votos a favor y 15 en contra, Iturbide fue declarado emperador por un Congreso Nacional integrado por 94 diputados electos entre personas de alto nivel económico, gobernadores y alcaldes, a razón de uno por cada 100 mil habitantes. En ese periodo, México tenía ocho millones de habitantes.

Previamente, el 24 de febrero, había logrado la adhesión del general Vicente Guerrero al Plan de Iguala, cuyos 24 artículos convocaron a criollos, indígenas, africanos y españoles arraigados en la América Septentrional (México) a unirse para promover la independencia y defender a la Iglesia Católica (Ejército de las Tres Garantías). Una vez logrado el éxito del que llamó el “grito de Iguala”, Iturbide fue ascendido de coronel a general para asumir el mando de un ejército que disponía de siete mil efectivos. El 24 de agosto firmó los Tratados de Córdoba con el teniente general y capitán de la Nueva España, Juan O´ Donojú, que reconoció la independencia de México dentro del marco de una monarquía constitucional y una confederación española. El acta de independencia fue firmada el 28 de septiembre de 1821, fecha en la que también se designó a Iturbide como regente de la Junta Gubernativa.

Sin embargo, desde el dos de febrero de 1823 el llamado Primer Imperio Mexicano empezó a derrumbarse debido a la oposición de los liberales en el Congreso y un movimiento armado que promovió el general Felipe de la Garza con el nombre Plan de Veracruz, al que se agregaron los generales José Antonio Echávarri y Antonio López de Santa Anna, quienes después lo designaron Plan de Casa Mata. Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1923, fue exiliado con su esposa y seis hijos, a Italia (Liorna) y no a Guatemala, como deseaba, porque los liberales temían que desde ahí retornara a México. En Liorna estuvo tres meses y se trasladó a Londres para preparar su regreso a México. El 27 de abril salió de la capital inglesa, el 13 de julio llegó a la barra de Soto la Marina; el 14 fue descubierto a 80 km tierra adentro y el 19 de julio de 1824 fue ejecutado.

Éstas fueron sus últimas palabras; “mexicanos: en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la Patria y observancia de nuestra santa religión, ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso porque muero entre vosotros. Muero con honor, no como traidor; no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha; no soy traidor, no. Guardad subordinación y prestad obediencia a vuestros jefes, que haciendo lo que ellos os mandan cumpliréis con Dios; no digo esto lleno de vanidad, porque estoy muy distante de tenerla”.