No es todo hacer una poesía para el pueblo,

sino un pueblo para la poesía,

por eso escribo para el niño

y para el adolescente

que pronto serán el nuevo pueblo decente.

Mi sitio es estar en medio del pueblo

y ser un medio del pueblo

para servir sólo al pueblo.

Estoy con el pueblo de donde vine

y adonde voy para quedarme.

 

Así expresa Gloria Fuertes García (1917-1998) su compromiso con una poesía destinada a educar al pueblo, a servirlo, a acompañarlo en su lucha por una sociedad más justa. Ganadora de diversos premios por su obra lírica, narrativa y dramatúrgica; fecunda autora de al menos 35 poemarios y cuatro obras de teatro para niños, 23 libros de poesía para adultos, además de su labor en prensa escrita y numerosos programas de radio y televisión, el éxito no la hizo olvidar nunca los sufrimientos de su pueblo; en Carta (1982) se dirige a los obreros, campesinos, mineros, pescadores, albañiles, artesanos, cocineros, choferes, a los representantes de todos los oficios, a los oficinistas y también a los desempleados; reconoce sus carencias y se compromete a darles voz, junto a un creciente número de poetas dispuestos a escribir para los pobres de la Tierra.

 

Queridos pobres:

Recibí todas vuestras cartas,

las que no me habéis escrito llegaron,

por el aire que viene de las casas baratas,

por el aire que viene de la aldea,

por el aire que viene de la fábrica,

por el aire que viene de la mina,

por el aire que viene de la barca,

elegidos ciudadanos sencillos,

sé todo lo que os pasa.

Los que tenéis oficios,

los que pisáis andamio,

los que con la herramienta os herís a lo tonto,

los que andáis por el agua de Valencia,

los que hacéis el arroz o los garbanzos,

los que dormís de día y por la noche

en la barca vais a recogernos el pescado.

Recibí vuestras cartas, labradores,

Vendimiadores, recibí vuestros salmos

Y, pescadores, también vuestras noticias,

sé todo lo que hacéis y lo que os pasa siento,

quedo enterada de que algunos jornales

[han subido

y aún no os llegan;

y os llega como sé el agua al cuello,

y la voz nunca os llega a no ser mía,

pero os llega el trabajo a la mañana

y la salud al cuerpo

y el hijo otra vez, enhorabuena.

Yo no puedo de lo que me decís haceros nada.

Tan sólo recordaros

que el hombre de libros ya está en ello,

que os dibuja, mis pobres, que os entiende,

que se quiere ocupar de todo eso que me decís

en vuestras cortas cartas.

y escribirán a los ministros.

Y nada más por hoy pobres amigos,

lo mejor de la vida sois, lo que la alza.

También entráis vosotros

los que vais a la oficina,

los que vendéis verduras

y los que hacéis las casas,

los que guiáis los coches, los que regáis

[con agua.

pobres de mil oficios, no estáis solos,

aquí un poeta os canta,

luego vendrán más.

 

En Es obligatorio tener mitos(1980) manifiesta su rechazo a los estereotiupos de género, esos que establecen que la mujer debe acatar las normas de vestimenta, callar, obedecer al patrón sin rechistar o mantenerse dentro de su casa, con sus hijos, obedeciendo al tutor en turno. En cambio, defiende su determinación de salir a la calle y participar en la protesta contra toda injusticia a pesar de las amenazas de cárcel. Este feminismo, acertadamente ligado a la lucha por una sociedad más justa, es el que expresa esta imprescindible escritora española de la segunda mitad del Siglo XX.

 

Es obligatorio tener mitos
y yo gustosa desobedezco,

gustosa me plancho las blusas,

cuando tengo tiempo,

porque antes es hablar con los amigos.

Es obligatorio presentarse con buenas

[ropas,

con buenas obras no interesa tanto.

Es obligatorio no asomarse a la ventanilla,

porque tienes que estar vivo si organizan

[la guerra.

Es obligatorio silenciar que hay tumultos

porque pueden echarte del trabajo,

y si cantas verdades la celda te preparan,

te preparan el llanto, porque es obligatorio...

sufrir siendo persona,

guardar rencor, adular al pedante,

llevar medias en los templos,

tener bastantes hijos,

volver mañana, tener enemigos,

es obligatorio todo esto,

y encima te prohíben escupir en el suelo.