El Sistema Respiratorio está dividido en dos áreas: el tracto respiratorio superior, que incluye la nariz, la cavidad nasal, los senos paranasales, la laringe y la tráquea; y el tracto respiratorio inferior, que incluye los pulmones, los bronquios, bronquiolos y los alvéolos.
El pulmón derecho tiene tres secciones conocidas como lóbulos, mientras que el izquierdo sólo tiene dos, esto para darle espacio al corazón. Al respirar, el aire ingresa en el cuerpo por las fosas nasales o por la boca, descendiendo por la garganta a través de la laringe y la tráquea y llegando a los pulmones por los bronquios principales.
A su vez, dentro de los pulmones, los bronquios principales se dividen en bronquios más pequeños; luego, en tubos todavía más pequeños llamados bronquiolos, estos últimos terminan en sacos de aire diminutos llamados alvéolos, donde se da el intercambio gaseoso integrando el oxígeno a la sangre y reclutando el dióxido de carbono para ser expulsado durante la exhalación.
Es fundamental la respiración por la nariz, ya que el aire que penetra por esta vía es filtrado por las vellosidades de la cavidad nasal, limpiándolo de bacterias, impurezas y otros cuerpos. Más adelante, vuelve a ser limpiado en las fosas nasales, además de calentarse y humidificarse. Al respirar por la boca puedes obtener mayor cantidad de aire en una inhalación, pero pierde el proceso de filtración y humidificación que le da la nariz.
Como ya se ha mencionado, el ser humano necesita energía para poder moverse y realizar sus actividades diarias o algún ejercicio físico, energía que obtiene principalmente de los alimentos, pero también es importante el oxígeno para que el cuerpo transforme los alimentos en energía y ésta pueda ser utilizada por los músculos.
En reposo respiramos de 12 a 15 veces por minuto, mientras que durante el ejercicio físico intenso podemos llegar a respirar hasta 40 o 50 veces por minuto. Durante el ejercicio físico mediano-intenso, la musculatura necesita fabricar más energía y para ello se necesita más oxígeno, así que elevando la frecuencia respiratoria y mejorando la capacidad pulmonar obtenemos ese extra de oxígeno que se necesita.
Por lo tanto, si no se respira de manera adecuada, no llega el oxígeno necesario a los músculos para poder generar la energía suficiente y realizar la actividad física.
El doctor Julio Pazos, del Laboratorio de Fisiología en el Centro Nacional de Desarrollo de Talento Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR), explicó que la respiración es la capacidad que tiene el organismo de utilizar el oxígeno que está en el aire para acelerar el metabolismo durante el ejercicio.
“Tu consumo máximo de oxígeno como indicador, no sólo de salud, sino de rendimiento deportivo, implica que hay un buen sistema respiratorio. Por tanto, tener una buena capacidad pulmonar y una buena respiración facilita la obtención de grandes proporciones de aire en el sistema respiratorio”.
El especialista también señala que en el deporte se utilizan diferentes tipos de respiración, desde la capacidad del tórax, los músculos respiratorios y los músculos abdominales.
“El principal músculo de la respiración es el diafragma, que divide el tórax de la cavidad abdominal; tanto abdominal como torácico se combinan en la medida en que el organismo exige el consumo o utilización del oxígeno en determinado esfuerzo”, indica el especialista.
Y agrega: “Si se está realizando un ejercicio lento, la respiración más adecuada sería por la nariz y en el caso de un ejercicio de rapidez, donde la cantidad de aire es mayor, debe respirarse por la boca. Ambas partes son de vital importancia para la realización de alguna actividad física”.
Es por eso que al realizar algún ejercicio físico hay que saber respirar muy bien para mantener el equilibrio adecuado para un mejor rendimiento, para poder desarrollar fuerza y musculatura.