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De acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), el sol tuvo una erupción categoría X, la más alta en siete años. El primer y segundo impacto ocurrieron el pasado 21 y 22 de febrero, respectivamente.

Esta erupción, registrada por el Observatorio de Dinámica Solar (SDO), puede tener ciertas implicaciones a nivel global, tales como apagones de radio, afectaciones a redes eléctricas y sistemas de GPS, e incluso presentar problemas para la aviación espacial; como sucedió en 2017 cuando las transmisiones de radio se vieron interrumpidas y, por ende, retrasaron la comunicación con las ciudades afectadas por los huracanes del Caribe. 

Además de las erupciones, están las llamaradas solares (explosión de energía de gran magnitud), las cuales representan un riesgo latente para la navegación espacial, dada la intensa radiación que conllevan. Al igual que las primeras, también interfieren con las telecomunicaciones y suponen amenazas para la comunidad astronáutica.

Finalmente, la NASA advierte que estos fenómenos ocurren porque el sol se compone de plasma, y los movimientos de este gas ionizado generan campos magnéticos que se hacen visibles en la superficie de la estrella en forma de manchas, las cuales experimentan alteraciones magnéticas que desencadenan tormentas solares y, a su vez, llamaradas o eyecciones de masa coronal.