Cuatro siglos y medio duró la trata de africanos a América.

Durante su corta carrera marítima Pedro Blanco Fernández de Trava, al igual que la mayoría de sus colegas de oficio, incurrió en frecuentes traiciones, asesinatos y todo tipo de ilícitos. En Cuba, donde se asentó ya como negrero entre 1818 y 1820, robó al noruego Ormond, su patrón eventual, para después entrar en contacto con Cha Cha, su futuro suegro, informa Teodoro Canot, un extratante italiano de origen francés, quien se convirtió en su primer biógrafo. 

En 1834 los ingleses abolieron y persiguieron la esclavitud. En 1837, Pedro abandonó Gallinas y volvió a España; en 1843 fue designado Intendente de la Armada, posición que luego le retiraron. Entonces regresó a Cuba, pero en 1853 viajó a Barcelona, donde murió loco y aferrado a la caja de muerto en la que se hallaba el cuerpo momificado de su hermana Rosa, quien había fallecido en Gallinas después de rescatarla de su soledad en Málaga.

El libro incluye una lista de las fechas más importantes en la historia de la trata de negros. Empieza en 1442, cuando Antón Gonsalves introdujo a Portugal 10 africanos obtenidos en Río de Oro a cambio de prisioneros moros; en 1502, Nicolás de Ovando obtuvo un permiso oficial para transportar africanos de Cádiz a la Isla Española (Santo Domingo y Haití); en 1562, el pirata británico John Hawkins hizo dos viajes con esclavos de África a la Guyana.

En 1616, los holandeses colonizaron la Guyana; en 1619, los ingleses llevaron esclavos a Virginia, Estados Unidos; en 1625, los franceses se apoderaron de Haití y lo poblaron con esclavos. En 1663, dos italianos obtuvieron una concesión del gobierno español para transportar 24 mil esclavos a América; en 1781 se integró en Londres el primer comité abolicionista encabezado por Granville Sharp.

En 1782, Dinamarca abolió la trata; le siguieron Holanda, en 1814; Suecia (1815), Francia (1819), Guatemala (1824); Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú (1825); México (1829) y Brasil hasta 1888. La trata empezó a ser abolida parcialmente por los gobiernos de Portugal, España, Francia y Estados Unidos entre 1815 y 1865, aunque en este último país la Sociedad Colonial Americana envió en 1821 a Costa de los Granos, África, una embarcación con exesclavos en un territorio que desde entonces recibió el nombre de Liberia.

En el libro de Novás Calvo, publicado por primera vez en 1932, resaltan estas metáforas marineras: “Los palos se frutaron de hombres y la barca desplegó sus alas blancas para recibir al sol en ellas… La proa apuntó recto al occidente, con sureste suave”. Y con frecuencia, asimismo, se hace mención de un ungüento marinero para la cura de heridas provocadas por espadas, lanzas y perdigones de escopeta que se elaboraba con orines humanos, pólvora, vinagre, azufre, tabaco y cal.