Un estudio de la Universidad College de Londres identificó a cinco pacientes que desarrollaron la enfermedad de Alzheimer “por contagio”, quienes durante su infancia recibieron un tratamiento hormonal de crecimiento a fin de modificar sus estaturas.

De acuerdo con los científicos, la terapia consistió en “extraer hormonas del crecimiento de la glándula pituitaria de cadáveres para, posteriormente ser inyectada en los pacientes que así lo desearan”.

Esta práctica se detuvo a mediados de la década de los 80, cuando los expertos detectaron que se podrían estar transmitiendo proteínas anómalas como beta-amiloide, responsable de enfermedades como el Alzheimer.

Fue en la revista de especialidad Nature Medicina, donde el equipo de College reveló que “Todos los afectados recibieron hormonas del crecimiento de cadáveres, a menudo durante años, y comenzaron a mostrar síntomas de demencia cuando tenían entre 38 y 55 años, pese a carecer de las variantes genéticas presentes en otros casos tempranos”.

De la misma manera, concluyeron que “no existe evidencia que sustente que el Alzheimer pueda ser transmitido por contacto o por estar demasiado tiempo con un paciente que tenga este padecimiento; sólo se trató de un “experimento involuntario con resultados trágicos”.

De acuerdo con los expertos: “el Alzheimer es provocado cuando las proteínas del cerebro no funcionan de forma habitual, interrumpiendo el trabajo de las neuronas, provocando que estas se dañen y eventualmente mueran.

Entre los factores de riesgo se encuentran la edad, antecedentes familiares, genética, deterioro cognitivo leve o alguna otra condición como el síndrome de Down”.

A estos factores de riesgo se suma el consumo excesivo de alcohol, la mala higiene del sueño y el estilo de vida, los cuales también podrían influir a que una persona desarrolle Alzheimer.