En el Siglo XVII, el gran viraje en la exploración humana

El fracaso de la “gran armada” que el monarca español Felipe II organizó contra su par Isabel I de Inglaterra, redujo el dominio militar y económico de España, Portugal e Italia y propició el triunfo de la piratería colonialista de Gran Bretaña, Holanda y Francia, que disponía del apoyo económico, político, armado y tecnológico de sus gobiernos. Con tales herramientas, estos reinos se adueñaron de los océanos Atlántico y Pacífico y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) y de buena parte de las regiones de India y China. Uno de los exploradores y conquistadores más relevantes fue el británico John Cook (1760-1770). 

En los Siglos XVIII y XIX se profundizó la exploración europea en el interior de África a fin de apoderarse de sus riquezas naturales (metales y piedras preciosas, esclavos, pieles, etc.), aunque también hubo viajeros que se dedicaron al conocimiento geográfico, como ocurrió con los exploradores de los ríos Nilo y Níger; los lagos Tanganika, Zanzíbar, Ngami y Nyasa; las Cataratas Victoria y el desierto del Sahara. El investigador científico más connotado de África fue David Livingston (1813-1873), quien además de actuar como el combatiente más asiduo del esclavismo, recorrió más de la mitad del continente, visitándolo desde Sudán y Congo hasta Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.

Livingston fue asesinado por una banda de secuestradores árabes que lo perseguía precisamente por su activismo humanitario. Su corazón fue enterrado en Ilala, Chitambo y sus restos llevados a Londres, donde yacen en el Palacio de Westminster. Otro explorador importante de África fue Henry Merton Stanley, reportero del diario The New York Herald, de Estados Unidos, quien después de entrevistar a Livingston se dedicó a descubrir los secretos del río Congo. Stanley formó parte de la comisión negociadora que declaró la fundación del Estado Libre del Congo.

En ese mismo periodo, un grupo de científicos alemanes, liderado por Heinrich Barth, exploró el Desierto del Sahara a partir del litoral norte del mar Rojo, la Península Arábiga y Egipto (1845). Después, en 1854-1855, recorrió la región norte, de oriente a poniente, hasta arribar a Marruecos y Argelia. Esta franja desértica tiene una extensión de nueve millones 400 mil kilómetros, cubre todo el norte de África y se halla presente en una docena de países, de cuya geología, flora, fauna y recursos hídricos dio cuenta el equipo científico alemán.

La búsqueda del Polo Norte se intensificó en el bienio 1892-1893, cuando el noruego Alexander Mackenzie exploró el océano glacial Ártico y en 1896 su paisano Fridjof Nausen casi accedió al lugar exacto, pero el mérito quedaría en manos de los británicos Hugh Willibundy y Robert Bartlett en 1909. El Polo Sur fue alcanzado el 17 de enero de 1913 por el inglés Robert Falcon Scott, después de recorrer tres mil kilómetros durante 99 días… la exploración del espacio se había iniciado a finales del Siglo XIX, con la invención de los aviones.